viernes, 8 de marzo de 2013

Despierto.


Cuando desperté pensé que todo había sido una horrible pesadilla pero enseguida me di cuenta de que no era así. Yo no me encontraba en mi piso sino en una habitación blanca y amplia sin decoración. Entonces me fijé en una figura junto a la cama y la llamé. Mamá
Pero solo fue un pensamiento pues no logré sacar nada de mis labios, intenté alzarme para volver a casa con mi madre pero no pude moverme. Pronto me di cuenta de que no podía hacer nada salvo mirar. Me percaté entonces de que mamá estaba llorando, y mucho. Tenia los ojos rojos e hinchados y la cara surcada por lagrimas. Era extraño, en veinticinco años no recuerdo haberla visto llorar nunca, ni siquiera cuando murió la abuela, pero ahora… parecía llorar por todas las veces que no lo había hecho. ¿Por qué?
Entonces me di cuenta de que podía oír. Se oía un continuo y agudo pitido cada pocos segundos por toda la habitación.

jueves, 7 de marzo de 2013

Historia Elemental, Libro de Sham: Prólogo escrito por la Señora del Fuego.

El fuego es un elemento complejo puedes verlo y sentirlo, puedes incluso tocarlo, pues tiene tacto. Un tacto que hiere, te abrasa la piel y te deja una marca perpetua si eres lo suficientemente estúpido como para seguir tocándolo. El fuego no se puede domar, los humanos creéis que lo habéis hecho solo porque lo metéis en un espacio pequeño y lo utilizáis para vuestros fines. Pero no está domado, el fuego aguarda a que te despistes, a que quites la vista un solo momento para atacar, devorar todo lo que encuentre a su paso. Ciertamente es posible detenerlo si se coge a tiempo pero eso no quiere decir que lo hallas domesticado. En cuanto vuelvas a prender una llama esta podría atacarte.
Nunca pierdas de vista al fuego pues cuando lo hagas podría ser tu ultima vez. Mucha gente que me conoce lo sabe muy bien.

Preámbulo.


Leer primero Frío.
Cogió un CD de la estantería y lo miró durante un rato, comprobando si conocía alguna canción del grupo que le gustara para ponerlo a sonar, él entró en la habitación con un vaso de chocolate y la contempló apoyada en la estantería hasta que lo miró. A ambos les brillaban los ojos de felicidad. Se sentaron en la mesa del escritorio a tomarse el chocolate caliente, ella sobre las piernas de él y su mano rodeándole la cintura dulcemente. Fuera hacía un frío increíble, parecía que hubiera llegado una nueva glaciación. Era un frío agudo y doloroso, insoportable para colmo aderezado por un viento terrible, si alguien saliera a la calle con ese tiempo probablemente quedaría petrificado. Pero la habitación se había convertido en un mundo a parte para ellos; un mundo lleno de calor, risas y felicidad. Aún con la ventana cerrada a cal y canto podrían llegar a oírse su estrépito fuera. Pasaron una tarde agradable escuchando música y jugando a vídeo juegos. Él quiso gastarle una broma pegando sus manos a la helada ventana y luego posándolas en su cuello, haciéndola estremecer por el frío. Pero no pudo hacerlo, al acercarse a la ventana vio algo en el callejón al que daba, un callejón oscuro al que no llega la luz de las farolas de la calle principal, una figura observa fijamente su ventana, la figura sonríe y alza la mano, saludándolo.

sábado, 20 de octubre de 2012

Historia Elemental, Libro de Amy: Prólogo escrito por la Señora del Agua

Las chicas del Agua tenemos muchas peculiaridades, manías, obsesiones, etc. Somos únicas e inimitables, claro que todo el mundo se considera único e inimitable. Nosotras tenemos cosas que las demás no tienen y hay a quien le disgusta. Hay a quien le disgusta tanto incluso para matarte, pero eso solo ha ocurrido una vez y ya no se puede hacer nada... En fin, ¿por dónde iba? Ah, si. Las Elementales del Agua somos especiales por muchas cosas.

martes, 16 de octubre de 2012

Frío.

La calle estaba cubierta de hielo. El frío se filtraba por todas partes, hasta los huesos, helando, entumeciendo y agarrotando todo lo que tocaba. Era un frío agudo y doloroso, insoportable. La calle se veía tenuemente iluminada por la luz de las farolas, no se veía ninguna estrella en el firmamento y se respiraba una paz agradable en el ambiente, tal era la tranquilidad reinante. El viento se había calmado pero si alguien se hubiera pasado por esa misma calle hace unas horas probablemente se hubiera quedado petrificado ante las cortantes ráfagas de viento helado, pero por suerte nadie había salido a pasear por esa zona. No se da la misma situación en un callejón adyacente; casi al final de este el hielo del suelo llora a causa de la sangre caliente derramada en él, el cuerpo de una joven yace tendido y apuñalado en el vientre incontables veces, no hace mucho que esto ocurrió puesto que los miembros muertos todavía no se han congelados, puede verse claramente la sangre fluyendo desde su abdomen y entrepierna. Quien sabe, puede que aún no esté muerta. En el callejón no hay una pizca de luz, las farolas de la calle principal están demasiado lejos. A pesar del cadáver de la chica el oscuro y solitario callejón también está en paz. No hay rastro del asesino por ningún lado, debían estar muy desesperados para salir en una noche tan tranquila y con frío tan penetrante.
Ánge

martes, 2 de octubre de 2012

Vivir sin ella


Diez pasos me separan del borde del acantilado. Si cubro esa distancia podré reunirme con la persona a la que amo, Le demostraré lo mucho que la quiero reuniéndome con ella. Contemplo el borde del precipicio y escucho el batir de las olas contra la roca. No ha pasado mucho tiempo desde que ella se fue... no, me la quitaron. Tampoco ha pasado mucho tiempo desde que la persona que me arrebató mi amor fue empujada por este mismo acantilado.

Olvido


Oscuridad y humedad.Eso fue lo primero que percibió Mary cuando abrió los ojos. No sabia dónde se encontraba ni como había llegado allí, pero si era consciente de la oscuridad y la humedad a su al rededor. Movió una mano para buscar un punto de apoyo y levantarse; volvió a caer con un grito ahogado, al parecer tenía una herida en el brazo derecho y bastante profunda por el dolor que le recorrió el cuerpo, con la mano izquierda se palpó el brazo; estaba lleno de sangre. Seguía sin saber como había llegado allí.

Ánge