martes, 2 de octubre de 2012

Vivir sin ella


Diez pasos me separan del borde del acantilado. Si cubro esa distancia podré reunirme con la persona a la que amo, Le demostraré lo mucho que la quiero reuniéndome con ella. Contemplo el borde del precipicio y escucho el batir de las olas contra la roca. No ha pasado mucho tiempo desde que ella se fue... no, me la quitaron. Tampoco ha pasado mucho tiempo desde que la persona que me arrebató mi amor fue empujada por este mismo acantilado.

Hago esta última parte del trayecto corriendo, corro hacia el fin. Por un momento creo que puedo volar, quedo suspendida en el aire sobre el mar agitado, pero no es más que una ilusión; pronto comienzo a caer, el viento acaricia mi piel, es una sensación agradable, hacia tiempo que no sentía nada tan agradable... La caída en el agua duele, como si un millón de agujas se me clavaran al mismo tiempo, enseguida me hundo y el mar arrastra mi cuerpo hacia abajo, abajo, abajo...Estoy rodeada de agua por todas partes, abro la boca para tomar aire, pero este no llega, mis pulmones se inundan y yo no hago nada para evitarlo, esto es justamente lo que quiero. El agua juega con mi cuerpo como si fuera una muñeca rota. Duele, duele mucho, pero no tanto como vivir sin ella.
Ánge

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