martes, 16 de octubre de 2012

Frío.

La calle estaba cubierta de hielo. El frío se filtraba por todas partes, hasta los huesos, helando, entumeciendo y agarrotando todo lo que tocaba. Era un frío agudo y doloroso, insoportable. La calle se veía tenuemente iluminada por la luz de las farolas, no se veía ninguna estrella en el firmamento y se respiraba una paz agradable en el ambiente, tal era la tranquilidad reinante. El viento se había calmado pero si alguien se hubiera pasado por esa misma calle hace unas horas probablemente se hubiera quedado petrificado ante las cortantes ráfagas de viento helado, pero por suerte nadie había salido a pasear por esa zona. No se da la misma situación en un callejón adyacente; casi al final de este el hielo del suelo llora a causa de la sangre caliente derramada en él, el cuerpo de una joven yace tendido y apuñalado en el vientre incontables veces, no hace mucho que esto ocurrió puesto que los miembros muertos todavía no se han congelados, puede verse claramente la sangre fluyendo desde su abdomen y entrepierna. Quien sabe, puede que aún no esté muerta. En el callejón no hay una pizca de luz, las farolas de la calle principal están demasiado lejos. A pesar del cadáver de la chica el oscuro y solitario callejón también está en paz. No hay rastro del asesino por ningún lado, debían estar muy desesperados para salir en una noche tan tranquila y con frío tan penetrante.
Ánge

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