sábado, 20 de octubre de 2012

Historia Elemental, Libro de Amy: Prólogo escrito por la Señora del Agua

Las chicas del Agua tenemos muchas peculiaridades, manías, obsesiones, etc. Somos únicas e inimitables, claro que todo el mundo se considera único e inimitable. Nosotras tenemos cosas que las demás no tienen y hay a quien le disgusta. Hay a quien le disgusta tanto incluso para matarte, pero eso solo ha ocurrido una vez y ya no se puede hacer nada... En fin, ¿por dónde iba? Ah, si. Las Elementales del Agua somos especiales por muchas cosas.

martes, 16 de octubre de 2012

Frío.

La calle estaba cubierta de hielo. El frío se filtraba por todas partes, hasta los huesos, helando, entumeciendo y agarrotando todo lo que tocaba. Era un frío agudo y doloroso, insoportable. La calle se veía tenuemente iluminada por la luz de las farolas, no se veía ninguna estrella en el firmamento y se respiraba una paz agradable en el ambiente, tal era la tranquilidad reinante. El viento se había calmado pero si alguien se hubiera pasado por esa misma calle hace unas horas probablemente se hubiera quedado petrificado ante las cortantes ráfagas de viento helado, pero por suerte nadie había salido a pasear por esa zona. No se da la misma situación en un callejón adyacente; casi al final de este el hielo del suelo llora a causa de la sangre caliente derramada en él, el cuerpo de una joven yace tendido y apuñalado en el vientre incontables veces, no hace mucho que esto ocurrió puesto que los miembros muertos todavía no se han congelados, puede verse claramente la sangre fluyendo desde su abdomen y entrepierna. Quien sabe, puede que aún no esté muerta. En el callejón no hay una pizca de luz, las farolas de la calle principal están demasiado lejos. A pesar del cadáver de la chica el oscuro y solitario callejón también está en paz. No hay rastro del asesino por ningún lado, debían estar muy desesperados para salir en una noche tan tranquila y con frío tan penetrante.
Ánge

martes, 2 de octubre de 2012

Vivir sin ella


Diez pasos me separan del borde del acantilado. Si cubro esa distancia podré reunirme con la persona a la que amo, Le demostraré lo mucho que la quiero reuniéndome con ella. Contemplo el borde del precipicio y escucho el batir de las olas contra la roca. No ha pasado mucho tiempo desde que ella se fue... no, me la quitaron. Tampoco ha pasado mucho tiempo desde que la persona que me arrebató mi amor fue empujada por este mismo acantilado.

Olvido


Oscuridad y humedad.Eso fue lo primero que percibió Mary cuando abrió los ojos. No sabia dónde se encontraba ni como había llegado allí, pero si era consciente de la oscuridad y la humedad a su al rededor. Movió una mano para buscar un punto de apoyo y levantarse; volvió a caer con un grito ahogado, al parecer tenía una herida en el brazo derecho y bastante profunda por el dolor que le recorrió el cuerpo, con la mano izquierda se palpó el brazo; estaba lleno de sangre. Seguía sin saber como había llegado allí.

Ánge

Dulce marinero, retorna al hogar.


El viento agitaba sus cabellos al mismo ritmo que mecía las olas del mar de media tarde pero ella no lo notaba, miraba el horizonte con la desesperación pintada en la cara. Hacía mucho que su marinero debía haber vuelto, ya no sabía cuanto. Tal vez había pasado horas o días desde la tormenta. Los trozos de los barcos seguían llegando a la orilla  mástiles y lonas, maderas tan destrozadas que nadie sabía decir a qué parte del barco podrían haber pertenecido, cajas y prendas además de otros utensilios asolaban la orilla constantemente. Entre toda la basura iban apareciendo cadáveres de pescadore, pero su marinero, su dulce y amable marinero, seguía sin volver a casa.

Ánge